PARROQUIA SANTA MARÍA DE LA ESTRELLA
Declarada Bien de Interés Cultural (B.I.C.) / Coria del Río (Sevilla)

Palabra de Vida y Meditación

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFIO

PALABRA DE VIDA Y MEDITACIÓN

BUENOS DÍAS NOS DÉ EL SEÑOR. SEAN BUENOS Y SANTOS. HOY CEELEBRAMOS A SAN MARCOS EVANGELISTA.

LECTURAS: JUEVES 25 DE ABRIL DE 2024, IV SEMANA DE PASCUA. (AÑO B). 4ª SEMANA.


Primera Lectura
1 Cor 2,1-10.

Vuestra fe se apoye en el poder de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 

YO mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Sabiduría, sí, hablamos, entre los perfectos, pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino que, como está escrito:
«Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman».
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.

Palabra de Dios. 


Salmo Responsorial
Sal 118.

R. : Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero.

 Soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes.   R/.

         

Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra.
No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido.  R/.

       

¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira.  R/.


Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya. 

Brille así vuestra luz ante los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre.

Aleluya, aleluya, aleluya. 


Evangelio
Mt 5, 13-16.

Vosotros sois la luz del mundo.

✠ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor.


Lecturas del día

Primera Lectura
Hch 13, 26-33.

Dios ha cumplido la promesa resucitando a Jesús.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
   «Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo:
    “Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial
Sal 2.

R. : Tú eres mi hijo: Yo te he engendrado hoy.

O bien:

Aleluya.

«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy.  R/.

Pídemelo:
te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza».   R/.

 

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando.   R/.


Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida – dice el Señor–;
nadie va al Padre, sino por mí.
Aleluya, aleluya, aleluya.


Evangelio
Jn 14,1-6.

Yo soy el camino, y la verdad y la vida.

✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
   «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
   «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
   «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».

Palabra del Señor.


La Palabra de Dios da hoy un giro en el camino pascual (en realidad lo dio en las lecturas del jueves que no hemos leído por la fiesta de san Marcos). Hasta ahora hemos estado contemplando las presencias del Resucitado (en la comunidad de sus discípulos, en la Eucaristía, en los Pastores), y no solo contemplando, sino reproduciendo en nuestra propia vida la experiencia de encuentro con él. Afincados en nuestro presente histórico hemos estado mirando hacia atrás, hacia esos intensos momentos en los que los discípulos, tras la traumática experiencia de la muerte en cruz, experimentaron la certeza de que estaba vivo. Hemos mirado atrás, para asimilar hoy y hacer nuestra esa misma experiencia.

Ahora se nos invita a mirar hacia adelante. Usando los densos discursos de despedida de Jesús en la última cena, la Palabra dirige nuestra mirada a la próxima Ascensión del Señor, que pondrá punto final a esa etapa tan intensa y abrirá el tiempo de la misión. Se trata también de una despedida, aunque de distinto carácter. Más que de una despedida por una próxima desaparición, se trata de un envío, el comienzo de un camino en el que se dará una nueva forma de presencia, basada, claro está, en la experiencia fundamental de la Pascua. Por eso el corazón de los discípulos no debe turbarse, sino mantenerse en calma: Jesús no nos deja, sino que nos acompaña de un modo nuevo. Ese camino es precisamente el de la misión universal. Es un camino que tiene una meta bien definida: la plena comunión con Dios en Cristo. Esa comunión no es un nirvana impersonal, en ella seremos plenamente nosotros mismos, de ahí la alusión a la muchas moradas de la casa del Padre: no sólo hay morada para todos, sino que hay toda clase de moradas. Pero, de momento, tenemos que hacernos al camino, que, ya lo hemos dicho, es el mismo Cristo.

Ese camino, el tiempo de la misión, es lo que estamos considerando desde el principio de la Pascua en la lectura continua de los Hechos de los Apóstoles, una especie de “quinto Evangelio”, el de su transmisión a todo el mundo. Pablo, siguiendo el mandato de Jesús (ser testigos en Jerusalén, Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra: Hch 1, 8) empieza su predicación por los más cercanos, por los judíos, presentando a Jesús como aquel en el que se cumplen las antiguas promesas, el objeto de su esperanza. Esta síntesis de continuidad y novedad indica un rasgo esencial del anuncio evangélico: partir de las más profundas y auténticas expectativas humanas (partiendo del contexto cultural en que nos encontremos), para presentar con claridad, sin miedos y sin complejos, a Jesús como el único que puede responderlas plenamente: él es la verdad de nuestra vida, la vida en plenitud, el camino que conduce a ella.  Mi bendición a todos,+Antonio Santos Moreno Pbro.


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