IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LA ESTRELLA. ORÍGENES Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL EDIFICIO, RICARDO RONQUILLO PÉREZ

EEdición de la Parroquia Santa María de la Estrella. Coria del Río (Sevilla), 159 págs. más anexos.  


Nos cabe la satisfacción de reseñar esta monografía dedicada a estudiar diacrónicamente la historia de la construcción del edificio de la ermita de San Juan Bautista y de la iglesia de Santa María de la Estrella, ambas situadas en la localidad de Coria del Río, y uno y otro estudio fruto de la competencia profesional y el amor que en las dos instituciones religiosas demuestra el autor, arquitecto de formación y conocedor consumado de la estructura constructiva de los dos templos.  


El libro, que consta de 159 páginas más un epílogo, un apartado documental de 16 páginas y la correspondiente bibliografía consultada, está estructurado en 14 capítulos precedidos de una página de agradecimientos, el prólogo y la introducción que constituyen las páginas iniciales. 


El capítulo 1, que abarca las primeras 20 páginas, lleva por título Antecedentes. La ermita de San Juan Bautista, sitúa en ésta el primer vestigio de construcción cristiana en la localidad tras la toma de Sevilla por Fernando III el Santo el 23 de noviembre de 1248 y más concretamente cobran protagonismo en esta construcción su hijo Alfonso, luego conocido como “X el Sabio” y los quinientos catalano/aragoneses que vinieron a ayudar a Fernando quien en recompensa les cedió Coria para repoblarla. 


El autor describe con precisión los detalles constructivos de este singular edificio que responde al modelo de iglesias construidas por los aragoneses en los territorios reconquistados. 


No deja de ser significativa la aparición de la Cruz de Malta, lo que evidencia la presencia de esta orden religiosa y militar en esta construcción. 


El autor con precisión milimétrica ha rastreado la evolución arquitectónica del edificio hasta la actualidad.  


En el capítulo 2, muy breve en extensión, titulado La situación de la iglesia, el autor establece una similitud con la ermita el Castillo de Almonaster la Real y el templo situado en su interior dedicado a Santa Eulalia de Mérida. Esta ermita, con vocación de iglesia, sucesivamente fue templo visigótico, mezquita durante la dominación musulmana para volver a iglesia cristiana con la Reconquista. 


Se consumaba de este modo el sentido de “reivindicación justa” en la mentalidad cristiano/medieval de los conquistadores castellanos. 


El capítulo 3 está dedicado al estudio de la iglesia como anterior mezquita. 


Al año siguiente de la entrada de Tariq (muerto el 722) por el estrecho que lleva su nombre (Gib-al-Tariq, montaña de Tariq, Gibraltar) y tras la victoria musulmana en la batalla de Guadalete (julio del 711) se apoderaron de Sevilla, constituyendo en ésta la capital del imperio almohade durante los siglos XII y XIII. 


Es en este periodo cuando se construye la mezquita, de la que se conservan el alminar y los tres muros adyacentes de sujeción en la actual iglesia. Precisamente la conservación del gracioso alminar para oficiar de torre-campanario condiciona la planta de la iglesia.  


El autor destaca “el legítimo placer” de ser el descubridor del origen musulmán de la iglesia de “su Coria”. 


El capítulo 4 se ocupa de la construcción de la iglesia. Se recuerda que la primera iglesia cristiana construida en Sevilla tras la Reconquista es la de Santa Ana de Triana. Las obras de esta primera iglesia dedicada a la madre de la Virgen María comenzaron en 1276 por iniciativa de Alfonso X en acción de gracias por la cura milagrosa del propio rey de una enfermedad en la vista. 


En un primer momento, ante la falta de iglesias que satisficieran las necesidades espirituales de los castellanos se adaptan las antiguas mezquitas previamente consagradas. 


Es a partir del terremoto de 1356, y bajo el reinado de Pedro I el Cruel (1334-1369) cuando comienzan a construirse la mayor parte de las iglesias de nueva planta. Estas construcciones coinciden con la estancia del rey don Pedro en su querida Sevilla. Quiso el destino que tras su muerte asesinado en Montiel, tras peregrinar por diversos santuarios, sus restos mortales fueran depositados en la Capilla Real de su catedral en 1877. 


También pertenece a esta época el templo de una sola nave de Nuestra Señora de la Granada de la vecina Puebla del Río. 


En un principio estas iglesias se construyen en estilo gótico, a imagen de las castellanas, pero poco a poco debido a la destreza de los carpinteros y alarifes mudéjares se pasan a cubrir las bóvedas con vigas de madera y cerchas de par y nudillo con artesonados mudéjares y cubiertas de tejas cerámicas.  


El autor va describiendo minuciosamente las distintas partes del conjunto eclesial, como la escalera de caracol de planta hexagonal y ventanas saeteras que da acceso a la cubierta y a la que se penetraba por una portezuela desde el presbiterio que se encuentra actualmente cegada debido a la elevación del suelo del mismo.  


Sobre el responsable o autores de la construcción el señor Ronquillo confiesa humildemente que no ha podido documentar quién o quienes fueron los responsables; quizá varios, nos atrevemos a conjeturar por las varias intervenciones que se observan en la construcción. 


Planos y fotografías ilustran cada paso de la descripción arquitectónica de templo.  


El capítulo 5: Destrucción de la iglesia en 1598 y su posterior reconstrucción, así como otras obras realizadas en el siglo XVII. 


En este capítulo se describe el grave percance sufrido en 1598, año de la muerte de Felipe II. Un polvorín situado entre la iglesia y el cauce del río destinado a abastecer de pólvora a los buques que hacían la travesía de Indias estalló destruyendo la cubierta y el muro que daba al río. 


En estos momentos la villa se beneficia del esplendor de Sevilla como la ciudad más próspera y poblada de España y también saca provecho del importante comercio y tráfico de personas y suministros al Nuevo Mundo. En Coria se establecen muchos negocios y se establecen importantes mercaderes. 


Ahora sí conocemos gracias a don Ricardo al autor de la reparación y ampliación de una nave de la iglesia como documenta el Archivo General del Arzobispado en 1756. Se trata del maestro de obras Antonio Rodríguez y la reparación se elevó a 8.800 reales. 


Capítulo 6. El terremoto de Lisboa de 1755 y la ampliación de la iglesia. 


Como indica el título, el célebre terremoto que tuvo su epicentro en Lisboa la maña del 1 de noviembre de 1755 fue especialmente violento en la cuenca del Guadalquivir y también afectó a la iglesia. 


Don Ricardo nos presenta el estremecedor relato del escribano del cabildo Antón Joseph Barela, que narra los efectos destructores en la iglesia y en las ermitas de San Juan, Nuestra Señora de la Soledad y en la de la Magdalena, indicando también que muchas casas del pueblo y la propia Casa del Cabildo sufrieron serios desperfectos.  


En el capítulo 7, Construcción de las capillas de la Santísima Trinidad, de la Virgen del Rosario y de Nuestra Señora de la Estrella y otras obras realizadas en el siglo XVIII. 


El amplio título es alusivo de lo que trata el capítulo. Narra el autor cómo por parte de diversas instituciones, como las Misiones de los Capuchinos, la Hermandad del Santísimo Rosario o el propio pueblo representado por el párroco y el alcalde en caso del retablo de la Virgen titular del templo, la parroquia se va engrandeciendo en este periodo de bonanza económica de la villa que, a la postre, corre con la totalidad de los gastos de estas mejoras.  


El capítulo 8. El siglo XIX. 

Siglo convulso en lo económico y en lo social; la villa no se salva de los continuos cambios políticos que se producen en España. Aunque dentro del pesimismo general, se produce una luz de esperanza con la creación en 1849 de la Hermandad de la Virgen del Rocío y que hoy se enorgullece Coria de ser santo y seña de las restantes cofradías rocieras. 


También en esos años, concretamente en 1854, se dejaron de hacer enterramientos en la iglesia por motivos de salubridad, construyéndose el nuevo cementerio el 1861.  


En el capítulo 9, Remodelación de la cabecera de la torre de la iglesia. Año 1987. 


Se trata fundamentalmente de la remodelación y remozamiento de la torre llevada a cabo durante el parroquiado de don Enrique Carrasco Zamudio en 1987.


Remata el capítulo con una referencia a las cuatro campanas que han regulado la vida y la muerte de los vecinos de Coria. 


La más vieja y más grande, con la gravedad de su tañido, tocaba a oración y a los muertos difuntos. 


La segunda llamaba a misa y a repique. 


La tercera y de menor tamaño que las anteriores también compañaba en el toque de difuntos y en repique.


Finalmente, la cuarta y más pequeña de las cuatro sonaba continuamente cuando el Santísimo procesionaba fuera del recinto de la iglesia.  


El capítulo 10. Obras del siglo XX. 


Siguiendo con la exposición diacrónica de los elementos constructivos de la iglesia, llegamos al siglo XX, infausto por la sangrienta contienda de la Guerra Civil. Pero antes con la proclamación de la República y una interpretación errónea por parte de las masas populares, el 12 de mayo de 1931 se produce un asalto y violento ataque a la iglesia y a las ermitas de la Soledad y San Juan Bautista. Los ataques se repiten en el 36 con el comienzo de la guerra. 



Por fortuna no hay mal que cien años dure y tras el cese de los enfrentamientos vienen las reparaciones oportunas; destacando la consolidación y recuperación del ábside gótico/mudéjar en 1982. 


En un edificio de la antigüedad con que lo ha datado el señor Ronquillo las restauraciones por el deterioro de los tiempos o por la insania humana se han hecho necesarias. 


Capítulo 11. Los espacios subterráneos de la iglesia. 

Con una anécdota graciosa encabeza este capítulo undécimo don Ricardo, para destacar que los subterráneos de la iglesia son una inmensa cripta donde se han enterrado miles (hasta cien mil calcula el autor) de ciudadanos de Coria en este campo santo durante 500 años.  


Capítulo 12. Evolución del presbiterio. 

las distintas catas realizadas realizadas en este importante espacio próximo al altar han puesto de manifiesto las varias actuaciones que se han realizado en él. Una vez más los feligreses han realizado la mayor parte de las reformas.  


Los capítulos 13 y 14 están conectados entre sí y se refieren a la Declaración de Bien de Interés Cultural del templo y a la reordenación urbanística del entorno. 


Por Resolución de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía se incoó el correspondiente expediente el 24 de julio de 2006. 


Don Ricardo, con su larga experiencia profesional y como el mejor conocedor de la iglesia y su entorno sucumbe a la tentación de pensar “su reordenación urbanística” de esa parte de la ciudad y probablemente no le falte razón. El tiempo y las circunstanciaas lo dirán. 


Finalmente el libro termina con una serie documental de valiosos testimonios que dan fe de lo expuesto a guisa de descripción del sistema anatómico de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Estrella.  


Para terminar, una breve reflexión sobre la bibliografía consultada por el autor. Destaca la selección de las fuentes con clásicos sobre el tema como Angulo Iñiguez, Emilio García Gómez y Leví Provenzal; el catedrático de la Universidad de Granada Jacinto Bosh Vilá, uno de los mejores conocedores de la Sevilla islámica y con el que tuve el honor de compartir docencia; igualmente son dignos de mención Julio González y Miguel Ángel Ladero Quesada también catedrático en Sevilla antes de pasar a la UNED. 


Estos grandes maestros junto a los meritorios historiadores locales han permitido a don Ricardo hacer una biografía científica, detallada y amena de la iglesia de su pueblo en la que se pone de relieve que ha puesto las manos, la cabeza y el corazón.  


Santos M. Protomártir Vaquero 

UNED-Mérida