PALABRA DE VIDA Y MEDITACIÓN

BUENOS DÍAS NOS DÉ EL SEÑOR. SEAN BUENOS Y SANTOS. 


LECTURAS:  SÁBADO 13  DE SEPTIEMBRE DE 2025. XXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. (AÑO C). 3ª SEMANA.


Primera Lectura

Ef 4, 1-7.11-13.

En función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.

HERMANOS:

Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.

A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.

Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Palabra de Dios. 


Salmo Responsorial

Sal 39.

R. : Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.


Yo esperaba con ansia al Señor;

él se inclinó y escuchó mi grito.

Me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios. R.


Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

y, en cambio, me abriste el oído;

no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;

entonces yo digo: «Aquí estoy». R.


«Como está escrito en mi libro

para hacer tu voluntad.

Dios mío, lo quiero, 

llevo tu ley en las entrañas». R.


He proclamado tu justicia

ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios,

Señor, tú lo sabes. R.


Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, Aleluya, aleluya.

La semilla es la palabra de Dios.

Todos los que la escuchan,

permanecen con Él para siempre.

Aleluya, Aleluya, aleluya.



Evangelio

Mc 4, 1-9.

Salió el sembrador a sembrar.

✠ Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

EN aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar.

Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos:

«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».

Y añadió:

«El que tenga oídos para oír, que oiga».

Palabra del Señor. 


Lecturas del día

Primera Lectura

1 Tim 1, 15-17.

Vino al mundo para salvar a los pecadores.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.

QUERIDO hermano:

Es palabra digna de crédito y merecedora de total aceptación que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero; pero por esto precisamente se compadeció de mí: para que yo fuese el primero en el que Cristo Jesús mostrase toda su paciencia y para que me convirtiera en un modelo de los que han de creer en él y tener vida eterna.

Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios. 


Salmo Responsorial

Sal 112.

R. : Bendito sea el Señor por siempre.


Alabad, siervos del Señor,

alabad el nombre del Señor.

Bendito sea el nombre del Señor

ahora y por siempre. R.


De la salida del sol hasta el ocaso,

alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,

su gloria sobre el cielo. R.


¿Quién como el Señor, Dios nuestro,

que se abaja para mirar,

al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,

alza de la basura al pobre. R.


Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.

El que me ama guardará mi palabra -dice el Señor-,

y mi Padre lo amará, y vendremos a él.

Aleluya, aleluya, aleluya.


Evangelio

Lc 6, 43-49.

¿Por qué me llamáis «Señor, Señor» , y no hacéis lo que digo?

✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:

«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.

¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?

Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.

El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».

Palabra del Señor.


El texto evangélico de hoy nos puede subir un montón la autoestima. Y nos puede llevar incluso a juzgar malamente, y condenar, a nuestros hermanos. Ese “por sus frutos los conoceréis”, que ha sido la forma de pasar al lenguaje ordinario la idea central de estas palabras de Jesús, ha servido demasiadas veces para condenar a nuestros hermanos. Hemos visto el fruto y nos hemos quedado convencidos de que, si el fruto era malo, entonces las raíces también lo eran. Ya no había nada que hacer. Ya no valía la pena gastar ni tiempo ni esfuerzos. Ese árbol, esa persona, ya no tenía remedio. Pero ni Jesús ni el reino son así. Para Dios Padre ningún hijo es definitivamente malo. Y ¿quién somos nosotros para determinar que las raíces están dañadas para siempre?


Igual es que pensamos que ya estamos en situación de superioridad, dispuestos a juzgar y valorar a los demás porque nosotros hemos levantado nuestra casa –nuestra fe, nuestra vida, nuestras convicciones– sobre roca firme y por mucho que vengan los vientos o las aguas la casa no se va a mover. La verdad es que el agua siempre busca un hueco y hasta en las casas mejor construidas aparecen humedades al cabo de los años. Y eso sin necesidad de que haya grandes crecidas ni fuertes temporales. La verdad es que nuestra casa, nuestra fe, como todas las casas, necesita un trabajo de mantenimiento continuo.


El texto evangélico de hoy nos invita a bajar los humos, a no creernos los supermanes de la fe. Este texto es como un baño de humildad. Estamos en camino, con nuestros hermanos. Estamos construyendo la casa de nuestra vida y, basta para saberlo con echar la vista atrás a nuestra propia historia, lo que se va levantando no es perfecto. Nos va a hacer falta mucha misericordia y paciencia por parte de Dios para ir mejorando poco a poco lo que vamos haciendo. No hay más que decir: apliquemos esa misma misericordia y paciencia a nuestros hermanos. Como Dios lo hace con nosotros.

Mi Bendición a todos, +Antonio Santos Moreno, Pbro .